Ludmila
Si en cada noche que apareces, tu
imagen ondulada, tu coraza perdida, pudiera yo saberte, en un dejo de
esperanza, calculando las mañanas, en mi cuarto, recostada, sobre los libros de
mi angustia, amada mía, quebraría este silencio que nos distancia, como dos
almas en agonía, con una gota de mi sangre en el compás vacío de tu melodía interrumpida.
¿Mirarás al cielo cuando te
llaman, al recuerdo, mis pupilas? Aquel cielo que nos vio llorar en sintonía,
peltre cinismo cotidiano, por la iridiscencia indiscutida de la simpleza
eternamente negada. Hay, ahora, una herida en ese mismo cielo, centenar de
astillas esparcidas, como aquella que sufriste cuando te dejé caer, tarde de
eternos lamentos, por la torpeza que me caracteriza, en un recorrido abrupto por
los escalones de la desidia.
¡Oh, Ludmila! Si te posaras en
mis dedos, con seis notas en tu pecho, cantaría hasta desgarrarme, cielo y
tierra de mi vida, por un beso tuyo, un nuevo y sensual verso, Ludmila mía, de mi tormento extraería mi alma y te la regalaría, solo un tiempo, un acorde sin cordura,
para amalgamar mi cuerpo con el tuyo hasta el fin de mis días.
Me encanta!! TT^TT
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ResponderEliminarGroso Lennards ... GROSO
ResponderEliminarMuy preciso. Ni más, ni menos. Me encantó
ResponderEliminarNo parás de sorprenderme ni de autosuperarte en cada escrito!
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